Mellada y a lo loco

Gracias a Dios que uno no escribe con los dientes, sino en este momento no estaría en condiciones de contaros esto que me ha sucedido. Acabo de echar al Jonatán y a la vacaburra de su novia a la calle, ¡no puedo más!

Estaba cansada de tenerlos en casa todo el día, sentados en el sofá, tirándose pedos (a cada cual más perfumado), jugando a la pleisteison esa ¡y sin dar ni chapa! Porque yo entiendo que no hay faena y los críos no pueden hacer otra cosa, pero lo de esta mañana ha sido la gota que colma el vaso.

Resulta que los críos se aburrían y en vez de irse a echar un casquete como todo hijo de vecino, hicieron una enorme bola con calcetines, bragas y calzoncillos, y se liaron a jugar a fútbol dentro de la casa (ya os dije que la Treisy era muy machorra. Yo creo hasta que tiene rabo...)

Justo cuando llegué a casa del Mercadona estaban preparando un tiro a penalti, sacaba la gorda Treisy.

-¿Pero qué coño estáis haciendo y que hacen mis bragas en el suelo?-grité pero ya era tarde. Justo en ese momento la Treisy levantó la patorra para disparar con tan mala suerte que se le salió la Dr Martens del pie como a una velocidad de 200km/h y fue a parar justo a mi preciosa boca.

Me desperté minutos después en la escalera, con cuatro dientes menos y con mi vecina Conchi abanicándome con un trapo que olía a trucha, que a saber de dónde lo habría sacado...

-¿Dónde están esos dos hijos de puta?-grité, tratando de levantarme para ir a arrearle un par de hostias a esos dos degenerados, pero la Conchi me dijo que se habían largado cagando leches.

-Esos deben de estar ya en la estación de autobuses, pero tú no te preocupes que ahora viene la practicante a mirarte un poco esa boca. ¡Y no te muevas, coño, que te se va a subir la sangre en la cabeza como a la Mari Puri que Dios la tenga en la gloria!

Resultado: llevo la boca como el Cuñao, el Manolo cuando llegó y me vio se empezó a partir el culo y yo le terminé de partir la cabeza con el rodillo de amasar, así para que se quede un poco más parejo y simétrico. Y cuando entré en la cocina me di cuenta de que esos dos hijos de puta se habían llevado el pan, tres huevos, unas rodajas de mortadela y un tarro de Nocilla. Pero que no se preocupen esos hijos de Satanás, que yo sé dónde se esconden.

Mañana por la mañana nos iremos en el R5 a buscarlos a su guarida y pongo a Dios por testigo que esos dos me van a pagar los piños que me han roto, aunque les tenga que arrancar los suyos con alicate. Como que me llamo Maruja de Robinson, ¡hombreya!

No es la primera vez