Te tufa el pozo, macho.

Después de leer esto empiezo a comprender muchas cosas. Como por ejemplo, de dónde viene ese olorcillo a mierda que despide por la boca el gerente de Mercadona, cual dragón de las cloacas. En especial por las mañanas, es decirme que pase la mopa por el pasillo del salchichón y tengo que evocar imágenes de montañas suizas y brisas polares para evitar las arcadas. Y yo dudando de los hábitos higiénicos del buen hombre cuando el problema estaba en la marca de dentífrico que usaba...

A partir de ahora no me pienso lavar más los dientes. Me voy a quedar con unos piños color marengo como los de Belén Esteban, y con un poco de suerte dentro de diez años pareceré un piano cada vez que abra la boca. De esos de cola tan bonitos con teclas de marfil que cuestan un quintal, como unos 3000 lereles, ¿sabéis? Sí, tendré una sonrisa de 3000 euros y todo por no lavarme los dientes.

Tú si que tienes tumbao...