Queridos hijitos, sé que lo mío no tiene nombre. Mi última entrada es del 3 de julio y os he tenido todo el verano abandonados, mis pobres chiquillos. Pero es que ha habido mucha movida en ca' la Maruji. Yo estoy en el paro, ya no me cogen ni para fregar, y al Manolo le va más o menos, aunque eso sí, ni su calva ni su tripa han dejado de crecer...
Este verano hemos dicho a los vecinos que nos íbamos de crucero al Caribe, porque la Conchi del 5º se ha ido a las islas griegas y no íbamos a ser menos que esa pedorra, hombreya.
En realidad hemos pasado todo el verano metidos en la casa de campo de la abuelica Robinson, en un pueblecito de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme (más que nada porque os juro que ahora no me sale. Decía algo de una campana o un vencejo, no me acuerdo) Y ahí hemos pasado los días, yo poniendo a parir a las vecinas, la Vane desvirgando a los más tontos y cejijuntos del pueblo, el Jonathán tirando piedras a los gallos, etc., en fin, lo típico. El Manolo mientras se quedó en la ciudad de Rodríguez, com buen macho español.
Ah bueno, la Vane ganó un premio en una certamen de Miss Camiseta Mojá y le tocó un viajecito a Irlanda. De ahí se trajo un noviete irlandés, color fresas con nata y con nariz de marrano a lo Victoria Beckham, un poco tontuelo pero buen chaval. Tras nuestro retiro campestre nos lo llevamos al piso para que conociera un poco la casa y tal. Me encargué de atiborrarle de cocidos, empanada, callos y demás delicatessen made in Spain para que el chaval supierra lo que es bueno.
Sin embargo el Manolo se cabreó mucho porque desde que llegó el chaval comenzaron a faltarle botellines de whisky y anís del mono. El Jonathán y la Vanesa quedaban descartados porque ellos son más de vodka y vino porrón pal calimocho (por no hablar de que las botellas llevaban una foto de Michael Jackson en la tapa para evitar que se las bebieran) El pobre irlandés trató de defenderse diciendo que él no había tocado nada, que tenía que ser cosa de los leprechauns esos que eran muy traviesos, y mi Manolo le amenazó con dejarle la cara igualita que la de los trolls de David el Gnomo si no aparecían las botellas.
Al final el chaval se marchó a su país sin admitir nunca lo de las bebidas y después de llamarnos malpensados y xenófobos. Lo fuerte es que días después, mientras veíamos la Noria, vimos una pequeña figura con sombrero y traje verde pasar corriendo frente a nosotros con una botella de Peñascal en las mano. Lo fuerte es que la criatura era pelirroja, llevaba barba y era clavadita a Tom Cruise. Y llevaba zapatos con alzas.
¿Os habéis creído esta historia? Yo tampoco, pero algo me tenía que inventar para ocultar que no he hecho nada este verano. ¡Estamos en crisis, señores! Mis niños llevan todo el verano comiendo croquetas de las sobras: croquetas de pollo, de jamón, de salchichas Oscar Mayer, de lacón con grelos, de arroz a la cubana, etc. Y la crisis no es sólo económica, sino creativa. Como diría Fidel el de Aída, estoy seca, seca como el toto de Marujita Díaz el desierto de los Monegros.
He ido a comprarme un frasco de Ceregumil, espero volver lo más pronto posible con mis aventuras. ¡Lo prometo!